domingo, mayo 18, 2008

yo y no-yo (segunda parte)

(continuación)
Mi comentario impertinente (no puedo evitarlo, así me relaciono yo con lo que aprendo) es ¿por qué siempre la filosofía se queda con el camino "fácil" de lo racional?
Una inquitud que ha surgido este curso en mí es la pregunta que ya planteara en su momento Platón (472 aC-347 aC), recogiendo y replanteando una tradición de reflexión que podemos rastrear como mínimo hasta Hesíodo (700 aC) en el comienzo de su teodicea. Se trata del tema del amor, Eros.
Cabe preguntarse porqué se centran en eros y no en filia (el sentimiento amoroso que se experimenta hacia la familia, los amigos, la sofía [filo-sofía]...), pero no tengo respuesta a eso.
Debería hablar de lo que dice Platón en sus famosas obras "El banquete" y "Fedro", pero lo podéis encontrar en cualquier libro de texto, o acercaros a los originales (bueno, traducidos), que son obras increíbles, geniales, llenas de ideas frescas.
Yo aquí más bien quería dejar constancia de mi intención de acercarme al concepto cristiano de amor. Ya tengo en mi poder el doctorado de Hannah Arendt (sobre el concepto de amor en San Agustín) y he descubierto que Etienne Gilson ha escrito un libro sobre el concepto de amor en la edad media.
En cuanto considere que he llegado a un pensamiento digno de ser compartido con otras mentes, aquí lo expondré.
Hasta entonces, todas vuestras opiniones sobre la peculiar manera que tiene el amor de uni, o el odio de separar (¿acaso reconocer la existencia de otras mentes no exige que las reconozca como distintas de la mía, como algo más allá de un sueño?) son bienvenidas.

Hasta pronto,

yo y no-yo (primera parte)

La filosofía no resuelve problemas, los crea.
Y con esto me refiero a que plantea preguntas sobre lo evidente, tornando complicado o problemático lo que antes parecía sencillo.
Aquí en Helsinki yo he descubierto dos problemas filosóficos que nunca antes oí: el problema sobre la entidad (y responsabilidad moral) de los grupos o colectivos y el problema de la mente del otro.
Los dos están relacionados con los vínculos humanos. El primero se plantea si se le puede imputar responsabilidad a un colectivo en tanto que tal, independientemente de las responsabilidades o acciones de sus miembros.
(Os podría contar más sobre esto, implicaciones políticas, autores importantes... pero no es sobre lo que quería hablar, así que si alguien está interesado que me lo diga y me explayo un poco más).
El otro lo he descubierto gracias a una compi de clase que es polaca (
Emilia Gulkowska, no me extrañaría que acabase siendo una eminencia en ese país), y se plantea en estos términos: yo tengo experiencia directa de mi mente. Experimento en primera persona mis sentimientos, mis pensamientos, mis dolores y placeres...
El problema filosófico es ¿por qué supongo que los demás tienen mente? ¿Por qué supongo que experimentan pensamientos o sentimientos como los míos? Si nos atenemos a los hechos, no tenemos evidencias. Es una suposición en tanto que nunca tengo (no puedo tener) experiencia directa de mentes distintas a la mía.
Un ejemplo clásico sería el de unos siameses que comparten pierna (y sistema nervioso). Si se pincha el dedo gordo del pie compartido, ambas mentes son conscientes del dolor, pero no de que el otro está experimentando ese dolor.
Lamentablemente no he leído acerca del tema más que quince páginas, de modo que no tengo mucho más que compartir con vosotros aparte del hecho de que el problema existe. Pero como este es el sitio en el que escribo sobre lo que me preocupa, aquí vienen unos pensamientos que me surgieron tras esta introducción.
Por un lado surge la pregunta ¿qué es la mente? ¿Nos referimos con ese término a nuestros propios contenidos mentales? Porque en tal caso, por definición, estaríamos negando la solución al problema desde su propio planteamiento.
Si echamos la vista atrás (sí, en Helsinki he aprendido a valorar la formación recibida en la universidad, de la que me quejaba por ser 'obsoleta'; aquí he visto que los problemas se reiteran, y que una buena base en historia de la filosofía es algo tremendamente valioso), muuuuuy atrás, a Aristóteles ni más ni menos, puede que encontremos una pista. Sin pretender parafrasearle, viene a decir que hay una mente individual y una compartida entre todos (el nous).
Por traerlo al presente, el hecho de poder compartir un lenguaje, de poder mantener una conversación y llegar a acuerdos... no sería posible si fuésemos puramente diferentes, si no compartiésemos nada. Supongo que por aquí andaría Habermass, aunque no me he peleado aún con su filosofía, lo admito.
(continúa)