miércoles, junio 14, 2006

La política en todas partes: La dominación masculina (I)

Hay corrientes filosóficas y antropológicas que creían que la política se restringe a las instituciones políticas -encarnadas en el Estado-, es decir, aquellas que cumplen las funciones de 1/mantener el orden 2/ buscar la cohesión social 3/organizar las diferencias internas y 4/defender el territorio. A la característica de cumplir estas funciones se le suma el acceso legítimo a la violencia y la capacidad de recaudar para redistribuir.

Sin embargo, el colonialismo permitió descubrir las así llamadas "sociedades acéfalas" por no tener Estado ni gobierno centralizado, pero los estructural-funcionalistas llegaron a la conclusión de que en estas sociedades las funciones políticas seguían siendo satisfechas por instituciones no exclusivamente política, en este caso la familia, reforzada por sistemas religiosos que se apoyan también en las estructuras familiares. A estos grupos se los llamó también "sociedades igualitarias", porque observaban que no había acumulación de bienes por parte de ninguna persona por su status, tampoco observaron ninguna clase de especialización, consideraron que la igualdad era absoluta entre todos sus miembros -aunque describieron ciertas personas que tenían puestos de prestigio, pero en cualquier caso sólo tenían autoridad, pero no poder, ya que no tenían acceso legítimo a la violencia-.

Este enfoque fue muy criticado tras el colonialismo por haber ayudado a las metrópolis a subyugar a las poblaciones de las colonias y además (me salto varias etapas) se desarrolla un enfoque cuya concepción del poder es aún más amplia. Frente a los que habían visto que instituciones distintas del Estado podía satisfacer funciones políticas están los que consideran que el poder y la política están presentes también fuera de las instituciones, en toda acción, en toda práctica, en cada pequeño gesto cotidiano.

Fue entonces cuando se puso de relieve que las sociedades igualitarias no lo eran, que existían jerarquías que se habían ignorado por ser consideradas "naturales": los jóvenes eran inferiores a los adultos y todas las mujeres a los hombres. La pregunta es ¿cómo se logra que surja y se mantengan las desigualdades?

Gramsci acuña el concepto de hegemonía, que tiene una definición complicada, pues abarca relaciones de dominación y subordinación que van desde las que se mantienen por la fuerza o coerción hasta las consentidas y consideradas legítimas. Esta última posibilidad tiene más estabilidad que la primera, pues sin consentimiento sería muy difícil que un pequeño grupo de personas pudiese controlar a un gran número de subordinados.

Bourdieu va más allá del consentimiento y destaca que existen condiciones estructurales que hacen prácticamente imposible que los subordinados se rebelen.

¿A partir de qué prácticas observadas se elaboran estas teorías? Hay muchas, y en mi próximo post hablaré de los Baruya, observados por Balandier, pero hoy quería hablar de lo que pasa en España.

Por ejemplo, lo que vivieron las abuelas y los abuelos durante el régimen franquista. Entonces la mujer necesitaba la autorización de su padre o marido para trabajar. Además sus propiedades no eran suyas, lo que heredaban, si estaban casadas, pasaba a ser propiedad del marido. En tales circunstancias rebelarse era complicado.

Hoy en día la situación parece haber mejorado, pero eso no borra las desigualdades. Hay más mujeres que no trabajan que hombres. Normalmente al casarse ambos trabajan, pero al tener hijos la mujer abandona su puesto de trabajo para poder ocuparse de la descendencia, y no todas se reincorporan cuando tienen tiempo material, porque la vuelta al mercado de trabajo es complicada. También están las cifras que aparecieron el otro día en el periódico: mientras que el 50% de los hombres que trabajan pueden recurrir a sus mujeres para que se ocupen de los niños cuando estos enferman, sólo un 11% de las madres trabajadoras pueden recurrir a sus maridos. Las mujeres en España pueden optar hoy por ceñirse a la tradicional división sexual del trabajo y optar por dedicarse al ámbito de lo doméstico y que su marido o pareja trabaje en el ámbito de lo público, en cuyo caso dependerán (absolutamente) de su pareja; o por buscar su autonomía económica y trabajar, pero en este caso se encontrará con la paradoja de que la inserción de la mujer en la esfera pública no está siendo compensada lo suficientemente rápido con una inserción del hombre en la esfera doméstica.

Las mujeres en España hoy aparentemente no tienen contra sí ninguna ley que las discrimine, y sin embargo siguen estando en desigualdad de condiciones respecto a los hombres, porque existe una inercia en las concepciones sobre 'quién se debe ocupar de qué'.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

CONTEXTUALIZACIÓN

LO QUE DICES ES MUY CORRECTO, TAL VEZ DEMASIADO

3:41 a. m.  

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