viernes, agosto 10, 2007

¿Solos?

¿Por qué decimos que estamos solos?


A mí no me parece que sea algo tan intuitivo, al fin y al cabo, hay gente en todas partes. ¿Por qué entonces, es un lugar común hoy en día? ¿Por qué consideramos que cada uno labra su propia fortuna?


Esto se remonta, como mucho, a la modernidad. Es entonces cuando históricamente comienza a desarrollarse la idea de libertad que hoy predomina. Por ‘encarnar’ el espíritu del tiempo en alguien concreto que pueda sonarnos mínimamente, tomemos el ejemplo de Descartes. El tipo se encerró en su casita de campo, para que no le molestasen sus amigos, según el mismo afirma en las meditaciones, y una vez ahí, se puso a dudar de todo. No se fiaba de sus sentidos porque por la noche (y en algunas otras ocasiones) nos engañan. Tampoco se fiaba de la rectitud de su pensamiento. Y si embargo, sí que se fiaba del hecho de estar dudando. De ahí la célebre frase ‘pienso, luego existo’.


Por otro lado en ese silogismo hay gato encerrado: ¿Acaso el Yo no es un juego del lenguaje? Nietzsche acusa a Descartes de afirmar el individuo ilícitamente, engañado por el hecho de que en latín, todo verbo conjugado tenga su sujeto.


Más adelante, para terminar de poner el colofón al síndrome de la modernidad (el individualismo), llega Sartre. Su manera de demostrar que estamos solos es decir que nadie puede tomar una decisión por nosotros.


Pero Sartre tampoco está libre de prenociones: cree que el hombre es un ser condenado a ser libre, que tiene que tomar decisiones.


La idea de que estamos solos en el mundo está indisolublemente ligada a la idea de que somos seres libres que construimos nuestro futuro y que debemos asumir las responsabilidades que de nuestras decisiones se deriven.


Y mi punto es que esta idea no siempre ha existido, sino que se desarrolla junto a la industrialización y al capitalismo liberal (Weber haría aquí referencia también al calvinismo...).


De hecho, es precisamente con la aglomeración humana que resulta de la industrialización, con la formación de las masas, que el hombre comienza a sentirse solo. ¿No es sorprendente?


En cualquier caso, esa frase, ‘estamos solos’, puede estar exponiendo en cierto modo algo no falso en nuestra sociedad, pero desde luego no una verdad universal. ¿Es posible que hoy en día se vendan tantos antidepresivos y ansiolíticos porque no somos capaces de ver más allá de esas cortinas de humo que se construyen socialmente como verdades absolutas? ¿Por qué nos cuesta tanto ver más allá y defender lo que nos parece evidente?


¿O pronunciamos ese tipo de frases porque nos aportan consuelo cuando el mundo no está funcionando como querríamos? Somos seres complicados y paradójicos, siempre se puede aprender algo observando a los que nos rodean.

5 Comments:

Blogger Maximiliano Basilio Cladakis said...

Encontré este blog de casualidad mientras buscaba alguno que verse de manera directa o indirecta sobre filosofía. Leí alguno de los artículos y me parece que está muy bueno.

En "¿Solos?" ví planteada una cuestión sobre la que habitualmente pienso: el individualismo de nuestra contemporaneidad, individualismo que (coincido con la autora) tiene su fundamento histórico-material con la llegada del capitalismo y su fundamento filosófico con el cógito cartesiano. Sin embargo, discrepo con lo dicho sobre Sartre.

Muchas veces se acusa al autor de "La Nausea" de incurrir en el solipsismo,cosa que me parece discutible.
Si bien Sartre parte de la subjetividad, esta no es, en forma alguna, una subjetividad cerrada sobre sí misma sino una subjetividad abierta, y eso a lo que "esta abierta" es al otro.La mirada de este otro es lo que configura mi yo, es el muro que me limita pero que a la vez me realiza en tanto humano. El hecho de que "estemos solos en el mundo" apela a que no hay dioses y tampoco valores absolutos, universales por los cuales guiarnos. Somos libres de elegirnos, dirá Jean Paul, pero esta libertad radica en un fondo ciego que no apela a ninguna razón última y que representa, por tanto, un absurdo (en tanto es pura gratuidad). Esto podría parecer indicar un solipsismo individualista, sin embargo recordemos que el hombre es también definido como un "ser en situación". Lo que hace el existencialista francés es pensar está dialéctica entre libertad y situación. Me elijo a mí mismo, pero me elijo en una situación que me es dada de antemano, y, además, mi elección incluye necesariamente al otro, a su mirada. En sus artículos sobre el problema argelino Sartre demuetra ser un gran lector de la "dialéctica del amo y del esclavo" hegeliana ya que observa la manera en que el sistema colonialista, a partir de la relación colono-colonizado, es un sistema de deshumanización en el cual se bestializa tanto a los opresores como a los oprimidos. La intersubjetivida es un fenomeno importantisimo para este pensador.

Más allá de la cuestión sartreana, estoy en total acuerdo con lo dicho en el texto. El mercado divide a los hombres en "ganadores" y "perdedores", en "exitosos" y "fracasados", y los que conforman a uno u otro grupo lo a hacen a razon de su "talento", o de su "ferrea persistencia" y del no darse nunca por vencidos. Sin embargo, para que uno "triunfe" es necesario (según la dinámica interna del capitalismo) que muchos (la mayoria) "pierdan". Incluso, aunque haya varios que tengan el "talento" o la "voluntad" de los que habla el mercado es imposible que todos accedan al "exito" en tanto los lugares son limitados. El que "queda fuera" es relegado al rol de perdedor, el cual adquiere una jerarquía tal que caratula el todo del individuo como una esencia ontológica-destinal que determinará el resto de su vida. La soledad, la depresión, incluso el suicidio son el resultado de un sistema de exclusión que fomenta el "sálvese quien pueda" como lema principal.

Espero que este comentario no haya sido muy largo ni muy tedioso. Me despido. Repito una vez más: muy bueno el blog.

3:59 p. m.  
Blogger Laura said...

¡Hola!

Pues muchas gracias por tu comentario, me gusta la explicación sobre Sartre, lamentablemente, es imposible saberlo todo, y creemos que conocemos un autor incluso cuando sólo lo hemos estudiado por encima.

En cualquier caso, ¿crees que el recurso a la intersubjetividad nos salva de la soledad? A mí me parece que precisamente es la muerte de Dios y que la unidad de análisis existencial sea el sujeto hace que nos sintamos sólos, porque por mucho que yo reconozca la existencia de los demás, los reconozco en tanto que otros. otros que deben preocuparse de su vida que no es la mía.

Esa unidad de análisis (el sujeto) ya ha sido puesta también en duda, con Freud y el 'ello', con la crítica humeana del yo, y desde una dimensión científica, con el concepto del replicador (Dawkins).

La afirmación del sujeto, del sujeto libre y entidad indivual, es comprometedora. Parece que ya no seamos capaces de sentirnos todos unidos, pero ¿acaso los hechos no demuestran que lo estamos? No lo hace especialmente evidente el proceso de globalización?

Pero parece que la evolución del pensamiento es como la biológica: no se puede volver atrás, si Dios ha muerto en nuestra sociedad y nos ha dejado solos, ¿cómo recuperaremos la confianza en la vida? ¿O debemos dejar de confiar en ella?

¿crees que la apelación a la intersubjetividad soluciona el problema de la soledad, de estar en última instancia desligados de lo que nos rodea? ¿En qué medida? No es un campo al que le haya dedicado mucha atención (aunque el nombre y algunas ideas muy básicas de Habermas me resulten conocidas), así que te agradezco cualquier aclaración que hagas.

10:02 a. m.  
Blogger Maximiliano Basilio Cladakis said...

Así como vos me agradeces a mí por las aclaraciones realizadas sobre Sartre, ahora soy yo el que agradece ¿Qué agradezco? Por un lado, la atención prestada al comentario. Por otro, la posibilidad que me brindan tus preguntas de pensar cuestiones que considero fundamentales. En este ida y vuelta de comentarios e ideas, se da, pues, una reciprocidad, un “casi” diálogo, que sin lugar dudas invita a nuestro pensamiento a recorrer diversas sendas, a perderse para luego encontrarse. Y en este encontrarse se hace más rico, más complejo, más pleno (aunque sin llegar nunca a plenificarse de manera absoluta, lo que sería imposible a menos que coincidamos con Hegel acerca de su tesis sobre el Espíritu Absoluto).

Me haces varias preguntas, a las cuales, a decir verdad, no se si pueda dar una respuesta satisfactoria o definitiva (de ahí la riqueza de las preguntas). Así que intentaré, al menos, esbozar algunos intentos de respuestas.

Con respecto a la cuestión de si la intersubjetividad puede o no ser entendida como un recurso que nos salve de la soledad, no sabría que decir con certeza, sin embargo, arriesgaría un “no” como respuesta. Antes que nada porque creo que no hay posibilidad de salvarse de algo que es nuestra condición esencial. Pues, en un sentido es indudable que estamos solos. Heidegger señalaba que nadie puede morir en mi lugar. Cuando muera, voy a morir solo. Así y todo, esto no indica un solipsismo individualista sino todo lo contrario. El filósofo mencionado sostiene que una de las condiciones esenciales del Daseín ( “ser ahí”, manera en que este pensador se refiere al hombre) es el “ser con”, que podríamos comprender como el fundamento ontológico de la intersubjetividad. Estamos solos pero cada una de nuestras soledades involucra a la soledad del otro. Esto difiere notablemente del fenómeno de la soledad tal como se presenta cotidianamente y que motiva al uso de antidepresivos, terapias, etc. La intersubjetividad representa el reconocimiento recíproco entre los hombres en cuanto hombres. Precisamente ayer estuve en una conferencia que trataba sobre esta cuestión en Hegel. El autor de la “Fenomenología del Espíritu” sostenía que solo hay libertad en tanto somos reconocidos como libres, en tanto se nos reconoce como autoconciencias independientes. ¿Qué está diciendo con ello? Que solo podemos ser “entidades libres e independientes” si se nos reconoce como tales, o sea que nuestra libertad e independencia “depende” del otro. Así también para que el reconocimiento de ese otro sea válido, tenemos que reconocerlo nosotros como “entidad libre e independiente”. Si bien esto puede parecer paradójico, no lo es, antes bien se trata de un pensamiento dialéctico. La intersubjetividad solo es posible en tanto “haya” subjetividad y la subjetividad solo es posible en tanto “haya” intersubjetividad. Toda existencia (en el sentido heideggeriano “estar fuera de sí”, “más allá de sí”, y no en el medieval de “realidad efeciva”) implica una preocupación por mí mismo, pero esa preocupación por mí mismo implica también una preocupación por el otro que también forma parte de mí.

Con respecto a la superación del concepto de “sujeto” hay que tener en claro si se habla del sentido moderno de sujeto, en tanto sujeto de conocimiento (el cual concuerdo que fue “superado”) o de un tipo de subjetividad distinta. Precisamente la unidad en la cual se realiza el análisis existencial de Sartre es la subjetividad, sin embargo esta se encuentra muy lejos de ser concebida a la manera cartesiana-kantiana. Cuando se habla de subjetividad o de conciencia en el sentido fenomenológico-existencial se habla de una unidad que recoge lo que en términos de Freud sería denominado como “ello”, “yo” y “superyo”. La conciencia, bajo esta concepción, integra tanto lo racional como lo emotivo, la actividad como la pasividad. Asimismo el “yo” existencialista no es el mero “yo” de la triada psicoanalítica, ni el “otro” es el “otro” del que habla lacan. Ninguno de los dos hace referencia a elementos de una estructura psíquica, si no más bien a fenómenos dados en la realidad efectiva del mundo y su constitución.

En el punto en el cual mencionas la cuestión acerca del sujeto libre se hace presente un problema fundamental: el de la libertad. En “El Ser y la Nada”, Sartre de la existencia individual y libre, sin embargo años más tarde al escribir la “Crítica de la Razón Dialéctica” se centrará en la manera en que esta existencia se da en el plano histórico, con los condicionamientos a la libertad que esto implica. El estructuralismo (un movimiento que tiene como una de sus principales características ser anti-sartreano) le reprochara la cuestión de la existencia libre, alegando que el hombre es el resultado de determinadas estructuras. A esto Sartre responderá diciendo “el hombre es lo que hace con lo que han hecho de él”. Justamente, somos libres pero nuestra libertad está condicionada por la situación histórico-concreta que nos rodea. Negar la libertad es negar el ser histórico del hombre. Historia tiene dos sentidos, uno que indica pasividad, y, otro, actividad. El primero hace referencia al pasado, a lo que heredamos, a lo que está ahí más allá de nuestro deseo o voluntad. El segundo a lo que a veces se llama “hacer historia”, es la historia que se realiza a través de “actos históricos”, es el presente de la praxis, la manera en que transformamos la realidad y extendemos horizontes de futuro por medio de la apropiación del pasado. Si hacemos “historia” es porque somos, en parte, libres. Negar la libertad es negar la historia y, por tanto, toda posibilidad de transformación del mundo.

Por último, acerca de lo que creo con respecto a la “Muerte de Dios” y a la manera en que sea posible recuperar la confianza en la vida, tengo la sensación de que nuestra época está en una encrucijada como la que nunca antes se le presentó. Por momentos pareciera que nos estamos adentrando en un abismo del que jamás vamos a salir. Veo que sos lectora de Nietzsche y sin lugar a dudas nuestra época es la del “último hombre”, aquella que era anunciada por Zaratustra como el gran desierto que precedería a la llegada del superhombre. Concuerdo en esto con el filósofo-poeta, como también en la convicción de que tal nuevo amanecer es una posibilidad pero no una certeza. Con todo, creo que es un momento en que el pensamiento se debe unir con la praxis para que el desierto se transforme en oasis. No hay que caer en la desesperación sino tratar de recuperar el valor del hombre y de su vida, de sus obras, de su “humanitas”, rescatándolo de la enajenación en que se haya fragmentada su unidad originaria. Es una posibilidad única en la historia y se juega todo a un cara o cruz, de un lado está el abismo sin fondo, por el otro la realización del hombre en su totalidad existencial. El nihilismo contemporáneo puede hacer real cualquiera de las dos posibilidades. El hombre siempre vivió enajenado por “poderes superiores” que no fueron sino obras de su espíritu y tal vez la muerte de Dios sirva para reivindicar al hombre en tanto creador de su destino. Aunque también cabe la posibilidad que acontezca su desintegración a través de la aparición de “nuevas deidades” (economía, técnica, etc.) que lo enajenen de manera absoluta.

Antes de despedirme quiero decir que creo que esta vez sí fui muy largo y tedioso. Espero haber dicho algo interesante y nada muy disparatado. Vuelvo a agradecer la posibilidad dada para pensar todas estas cuestiones. Saludos.

5:27 p. m.  
Blogger Maximiliano Basilio Cladakis said...

Me interesaría que le des un vistazo al blog de filosofía que realizo con un amigo. En él hablamos de algunos de estos temas y que me digas que te parece. El link está en el que ya conoces, es Atenea Buenos Aires.

Ahora sí, me voy. Saludos.

5:36 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Llevo meses pensando en este tema. La crisis de los 25 me afixia y me trae a la cabeza la creencia de que "estamos solos en el mundo", frase con la que via google he encontrado este blog. No dispongo del vocabulario ni los conocimientos vuestro pero entiendo todo lo que exponeis. Saludos.

7:04 p. m.  

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