jueves, agosto 16, 2007

Escepticismo, cinismo, desconfianza

Me cuesta escribir esto ahora porque estoy de buen humor, pero quizás sea mejor así...

Andaba yo el otro día pensando en lo asumido que parece que tengamos el vivir en un 'mundo de apariencias'. No nos irrita demasiado saber que algo es falso porque lo presuponíamos.

¿qué paso con la inocencia? ¿Con la creencia de que se podía confiar en el próximo, de que la palabra de uno tenía valor?

Vemos el mundo como un juego de intereses, y nos sentimos pequeñitos porque somos las últimas piezas del rompecabezas. Nada podemos hacer porque somos meros peones. Y sin embargo el juego no puede jugarse sin nosotros...

Recuerdo aún en primero de filosofía que un profesor nos decía 'el escepticismo viene con el otoño de la vida, son ustedes muy jóvenes para ser escépticos'.

Y sin embargo, el escepticismo me parece una herramienta de supervivencia básica a día de hoy. No puedo evitar ver que todo son juegos de intereses.

Pero ¿acaso esos juegos no son reales? ¿Acaso no se traducen en guerras, en matrimonios, en inversiones muchimillonarias?

Y en definitiva, lo que me pregunto es ¿cómo consigue la gente vivir en este mundo como si algo fuese real? Capto la realidad de las pequeñas cosas, de lo que me rodea día a día. Pero lo que está más allá, lo que no veo o siento... No sé qué es. Quizás más que una escéptica sea una empirista empedernida. Una empirista hiperbólica que ni siquiera confía en la fuerza de la costumbre; que hasta que no ve caer la piedra, piensa que la ley de gravedad podría no funcionar en esta ocasión.

viernes, agosto 10, 2007

¿Solos?

¿Por qué decimos que estamos solos?


A mí no me parece que sea algo tan intuitivo, al fin y al cabo, hay gente en todas partes. ¿Por qué entonces, es un lugar común hoy en día? ¿Por qué consideramos que cada uno labra su propia fortuna?


Esto se remonta, como mucho, a la modernidad. Es entonces cuando históricamente comienza a desarrollarse la idea de libertad que hoy predomina. Por ‘encarnar’ el espíritu del tiempo en alguien concreto que pueda sonarnos mínimamente, tomemos el ejemplo de Descartes. El tipo se encerró en su casita de campo, para que no le molestasen sus amigos, según el mismo afirma en las meditaciones, y una vez ahí, se puso a dudar de todo. No se fiaba de sus sentidos porque por la noche (y en algunas otras ocasiones) nos engañan. Tampoco se fiaba de la rectitud de su pensamiento. Y si embargo, sí que se fiaba del hecho de estar dudando. De ahí la célebre frase ‘pienso, luego existo’.


Por otro lado en ese silogismo hay gato encerrado: ¿Acaso el Yo no es un juego del lenguaje? Nietzsche acusa a Descartes de afirmar el individuo ilícitamente, engañado por el hecho de que en latín, todo verbo conjugado tenga su sujeto.


Más adelante, para terminar de poner el colofón al síndrome de la modernidad (el individualismo), llega Sartre. Su manera de demostrar que estamos solos es decir que nadie puede tomar una decisión por nosotros.


Pero Sartre tampoco está libre de prenociones: cree que el hombre es un ser condenado a ser libre, que tiene que tomar decisiones.


La idea de que estamos solos en el mundo está indisolublemente ligada a la idea de que somos seres libres que construimos nuestro futuro y que debemos asumir las responsabilidades que de nuestras decisiones se deriven.


Y mi punto es que esta idea no siempre ha existido, sino que se desarrolla junto a la industrialización y al capitalismo liberal (Weber haría aquí referencia también al calvinismo...).


De hecho, es precisamente con la aglomeración humana que resulta de la industrialización, con la formación de las masas, que el hombre comienza a sentirse solo. ¿No es sorprendente?


En cualquier caso, esa frase, ‘estamos solos’, puede estar exponiendo en cierto modo algo no falso en nuestra sociedad, pero desde luego no una verdad universal. ¿Es posible que hoy en día se vendan tantos antidepresivos y ansiolíticos porque no somos capaces de ver más allá de esas cortinas de humo que se construyen socialmente como verdades absolutas? ¿Por qué nos cuesta tanto ver más allá y defender lo que nos parece evidente?


¿O pronunciamos ese tipo de frases porque nos aportan consuelo cuando el mundo no está funcionando como querríamos? Somos seres complicados y paradójicos, siempre se puede aprender algo observando a los que nos rodean.

lunes, agosto 06, 2007

Cursos de idiomas

He asistido a muchos cursos de idiomas, pero sólo en los últimos tiempos he empezado a prestar atención a su dinámica. Es interesante ver el esfuerzo que hace el profesor por lograr que los alumnos hablemos. Y lo que les cuesta a los alumnos el decidirse a hablar.

Recuerdo un consejo que nos dio una vez una profesora de alemán: ¡¡equivocaos!!

Nos daba este consejo porque si hay algo que impida el aprendizaje es el callar durante la clase y hablar sólo cuando estamos seguros de lo que vamos a decir. La única manera de mejorar el idioma es usarlo, y si alguien nos corrige... no hay que preocuparse por haber sido corregidos, es decir, pensar que nos están llamando estúpidos o algo así. Al revés, hay que agradecerle a esa personas que se tome la molestia de ayudarnos a mejorar nuestro idioma (por otra parte, si alguien nos corrige a cada palabra, está claro que acabaremos por mandarle a la *****, básicamente porque no nos deja acabar las frases.

En fin amigos, aunque no suelo hacerlo os daré un consejo: cuando asistáis a un curso de idiomas: ¡hablad! Con equivocaciones o sin ellas, pero siempre sin miedo. La profesora os lo agradecerá, haréis más viable que se establezca una dinámica de cooperación en la clase y tendréis más oportunidades de mejorar vuestros conocimientos.


Por cierto, en mi clase hay una china y un chino, dos taiwanesas, una chica de lituania, una estadounidense (de Seattle), dos españoles (contándome a mí), un noruego, una polaca, una chica de camerún, una japonesa (se llama chihiro!), una coreana y un italiano (más la profesora, que es alemana). Aún estamos a tiempo de que se unan más personas pero... ¿habéis sacado la proporción chicos/chicas?